El deporte es un espectáculo público y es, sin dudas, una de las
manifestaciones de la cultura que mayor arraigo tiene en la población; en este
sentido es una de las actividades de masas más importantes de la actualidad, de
las que mayor cantidad de personas reúne en una instalación y es la preferida
por una gran parte de la población independientemente del país donde vive, su
nivel escolar o su religión. Esto es así porque la calidad estética de las
actividades deportivas ha ido en aumento lo que le ha permitido adueñarse del
protagonismo en los medios de comunicación masiva gracias, entre otras cosas, a
la espectacularidad de las marcas mundiales, a la belleza de los movimientos que
se ejecutan durante el desarrollo de la función deportiva y a la funcionalidad
de las instalaciones modernas.
La gran cantidad de artículos especializados o periodísticos que ven la luz en
las miles de revistas y otras publicaciones que circulan por todos los países
del mundo y las innumerables horas de transmisión televisiva que pueden
observarse desde cualquier continente son ejemplos, más que fehacientes, del
nivel que el deporte ha alcanzado como espectáculo. Por ejemplo, la calidad de
las transmisiones televisivas, debido a la aplicación de los últimos adelantos
de la tecnología, permite que todos observemos las mejores competencias del
mundo y que lo hagamos de una forma, tan detallada y bella, que nos motive a
continuar viendo las siguientes.
Toda esta situación es posible debido a que el deporte de alto rendimiento, sus
competencias, records y exhibiciones se han convertido en una característica de
la vida del mundo actual. La mayoría de los habitantes del planeta gustan de
ver su deporte preferido ya sea desde la propia instalación o desde el
televisor que tiene en la sala de su casa.
La situación no es la misma cuando la vemos desde otro ángulo o sea desde el
punto de vista de los deportistas de alto rendimiento que dedican toda su vida a
la preparación deportiva y a la competencia y que, por ello, están sometidos a
intensas sobrecargas deportivas o sufrimientos personales, dicho en el tono más
real posible. El deportista de alto rendimiento tiene que sacrificarse,
diariamente, en pos de alcanzar un resultado, una medalla, una marca y a ello
dedica los mejores años de su juventud y las mejores capacidades de su
organismo. Recibe las cargas de entrenamiento, las lesiones, las privaciones,
los golpes, las críticas y los elogios con su mejor disposición porque su meta
final, su objetivo, es el resultado deportivo y hacía él están encaminados
sus esfuerzos.
Pero nadie nace deportista de alto rendimiento. Es reconocido el hecho de que
existen muchas condiciones sociales y económicas que marcan el surgimiento de
grupos de atletas así como que éstos se hacen por los efectos de años de
entrenamiento y competencias. No obstante, se nace con ciertas características
naturales que cuando son debidamente trabajadas y guiadas pueden dar lugar a la
formación de un atleta de nivel mundial. Por ello, otra particularidad del
deporte actual es la búsqueda de jóvenes talentos, con capacidades y aptitudes
suficientes, para que sean las canteras, o sea, el relevo de los deportistas de
alto rendimiento. Pero esta búsqueda no se hace desordenadamente y según el
criterio personal de los entrenadores sino que se realiza cumpliendo una serie
de requisitos técnicos y metodológicos que garanticen un buen resultado y le
dan carácter científico a la misma.
Detectar estos niños y jóvenes con talento para el deporte, o sea formar
nuestras reservas deportivas, se ha convertido, hoy en día, en una de las
tareas de mayor responsabilidad para nosotros porque es la que garantiza el
futuro del deporte en las instituciones y en los países a que pertenecen.
Poseer una buena reserva deportiva es garantía de calidad actual y de un futuro
competitivo superior.
Para nosotros, una de las tareas indispensables en la elaboración, ejecución y
control de los programas de entrenamiento de todos los deportes es tener en
cuenta el proceso de formación de valores de los atletas. Esto es así porque,
como hemos planteado, el deportista es un artista que tiene fama y seguidores y
por tanto debe ser un ejemplo dentro y fuera del terreno de competencias. Por
este motivo se dedican múltiples estudios y trabajos científicos a la
formación de valores en los deportistas y este aspecto ha alcanzado una gran
importancia en la actualidad. Nuestro propósito, por tanto, es el de aportar
algunas ideas sobre este tema, ideas que sean de utilidad para los entrenadores
sin pretender proponer recetas porque esta labor no admite recetas de ninguna
índole; solamente brindamos ideas que pueden servir de punto de partida para el
trabajo en la preparación de atletas.
En este sentido, la formación de valores de los deportistas es un reto que
todos debemos afrontar, iniciando por el atleta y su entrenador y continuando
con la familia, la escuela y la sociedad en sentido general. Hay que tener en
cuenta que, hoy en día, el proceso de formación de los atletas adquiere otras
dimensiones por cuanto el proceso de la globalización con su consecuencia de
internacionalización deportiva, unido a las crisis económicas, está
influyendo sobre las vidas de los atletas, particularmente sobre los que
pertenecen a países subdesarrollados. A esta globalización inevitable se unen
las transformaciones que se producen por los avances de la ciencia y la técnica
así como los cambios en las relaciones económicas globales que dan lugar a
modificaciones significativas en el sistema de valores sociales e individuales.
En la actualidad hay que renovar algunos de los conceptos sobre la preparación
de nuestros atletas. Hay que pensar en que la formación de valores se debe
integrar, como un elemento fundamental, a la preparación deportiva de nuestros
alumnos, y debe determinar en la evaluación del aspecto educativo. En este
sentido, el trabajo conjunto con la escuela, la familia y todo lo que rodea al
atleta es un elemento muy importante.
Los entrenadores deberán planificar un grupo de actividades que permitan la
inclusión de influencias educativas que actúen sobre los atletas. Las
reuniones con los padres y con los otros profesores, los paseos en grupos, las
visitas a museos y lugares de interés, la observación de juegos, fiestas,
celebraciones de cumpleaños, análisis de calificaciones y otras, pueden ser
marcos idóneos para la realización del trabajo en la formación de valores.
Otro aspecto que merece nuestro análisis es el referido a los principios del
entrenamiento deportivo. Hoy en día hay que tener en cuenta el nacimiento de un
nuevo e indiscutible principio que se refiere a la unión entre la calidad
deportiva y la integralidad de los atletas a partir de un adecuado y
sistemático trabajo en la formación de sus valores. No puede existir un buen
atleta con deficiencias como persona; no habrá un buen atleta si no tiene,
primero que todo, valores que lo hagan acreedor del respeto y la admiración de
todos. Esto es así porque los atletas, mientras mejor preparados estén desde
el punto de vista educativo, mucho mejor serán en su desempeño atlético.
Debemos contar con atletas disciplinados y puntuales, con alto sentido del
compañerismo y del trabajo en equipo. No deseamos atletas envueltos en broncas
masivas en las que, lejos de ganar, todos perdemos. No podemos convivir con
atletas deshonestos o que no aprueben las asignaturas en las escuelas donde
cursen sus estudios.
Nuestros atletas no deben presentar deficiencias de expresión oral o escrita,
ni de estudio individual y mucho menos en sus normas de educación. Tienen que
conocer cuestiones fundamentales sobre el arte y sus diferentes manifestaciones,
especialmente el arte cubano con sus características principales.
Hay que estimular la identidad, el sentido de pertenencia y el deseo de vencer,
hay que mover los sentimientos en función de las metas deportivas y hacer
comprender a los alumnos que, en el sacrificio, está el triunfo. Esto es
trabajar, desde el punto de vista práctico, en la formación de valores dentro
del ámbito deportivo.
El entrenador debe estimular a los atletas a hacer sus propias valoraciones
sobre los diferentes aspectos de la vida diaria y sobre la realidad que los
rodea y debe, sobre todo, respetar sus criterios. Debe lograr un clima adecuado
dentro de su equipo y tratar a todos por igual, sin preferencias y dándole
participación a los atletas en los temas que tengan que ver con el desempeño
del equipo. El entrenador debe ser un ejemplo ante sus alumnos, dentro y fuera
del terreno, debe ser una fuente inagotable de valores y su conducta social debe
ser la mejor; así mismo debe respetar a todos los atletas, árbitros y
directivos y debe lograr que la ética deportiva esté presente en sus
entrenamientos y, sobre todo, en su comportamiento en las competencias,
ejerciendo, en todo momento, una influencia significativa sobre la conducta de
los atletas.
Finalmente, el entrenador debe contar con la preparación, tanto teórica como
práctica, necesarias para enfrentar el reto de la formación de valores en los
atletas, debe irradiar un espíritu de superación constante sobre sus alumnos
para que ellos comprendan la importancia de la actualización y ésta sea una de
las premisas de su conducta presente y futura. Los entrenadores no deben
conformarse con una titulación porque eso les limitaría en el alcance de sus
conocimientos; por eso si son técnicos medios o habilitados deben aspirar a la
licenciatura para continuar la maestría o el doctorado. Mientras más
conocimientos posea un entrenador, mucho mejor será su labor técnica y
educativa y eso es a lo que todos aspiramos, a tener entrenadores deportivos de
elevado nivel y preparación tanto teórica como práctica.